La
construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) se convirtió
en un punto de conflicto durante la campaña electoral presidencial del 2018, y
rápidamente se utilizó como arma política para poder ganar votos en esa
contienda. Pese a los avances en la construcción de la obra, durante el proceso
electoral, el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) planteaba
la cancelación del proyecto y analizar un cambio en la ubicación del futuro
aeropuerto, debido a los problemas medioambientales que ese generaría sobre el
lago de Texcoco.
Esta postura de AMLO, que en su
momento era el favorito para ganar la elección, era la preocupación constante
de los inversionistas y del mercado sobre su posible elección como Presidente
de México. El 01 de julio de 2019, AMLO fue elegido abrumadoramente como futuro
mandatario para el sexenio 2018-2024, y la reacción del mercado fue a la baja,
y la percepción de riesgo sobre el país se disparó inmediatamente. Este
nerviosismo fue calmado por el propio AMLO con un discurso más conciliador, de menos confrontación y con una tónica de continuidad en materia de política
económica.
Sin embargo, esta postura le
empezó a restar popularidad frente a los que lo eligieron, a pesar que aún no
asume la presidencia de manera oficial. En este sentido, AMLO decidió tomar uno
de los temas más álgidos de la campaña para levantar esa popularidad, este era
el conflicto sobre la construcción del NAIM. Para tal fin, y en claro populismo,
AMLO propuso y se convocó a una consulta ciudadana sobre si se debería mantener
la construcción del NAIM en Texcoco o cambiarlo de ubicación hacia Santa Lucía,
zona ubicada a 42 kilómetros de la Ciudad de México, donde existe una base
aérea militar que serviría de base para su construcción.
La consulta organizada de manera
informal sin la participación del ente electoral oficial de México, sin
controles para evitar el sufragio múltiple por el mismo votante, sin criterios básicos
de selección de votantes, y sobre un proyecto de inversión pública con alto
componente técnico, ponían de manifiesto que la iniciativa del futuro
presidente no era más que un acto de populismo puro.
Dicha consulta arrojó como
resultado que el aeropuerto debía ser construido en Santa Lucía y ya no en
Texcoco. En ese sentido, López Obrador respondió que se respetaría dicho
resultado y que el proyecto de Texcoco quedaba cancelado.
Los efectos inmediatos fueron la
desconfianza del mercado y la incertidumbre empresarial ante el discurso
claramente populista de AMLO. El peso mexicano perdió valor de manera
estrepitosa, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de
Valores perdió valor de manera abrupta, la clasificación de la deuda del
Aeropuerto Internacional de México tuvo una fuerte degradación hasta quedar
cerca del nivel de basura, el riesgo país de México se incrementó y se ubicó
por encima (es decir, con más riesgo) que Colombia y Perú, y puso en riesgo la
clasificación de deuda soberana del país.
Esta respuesta del mercado fue
por el temor que generó el mensaje del presidente electo, ya que reafirmó que
las políticas populistas serán pan de cada día en el sexenio venidero bajo las
banderas de “democracia” y “lucha contra la corrupción”. Ambas serán las armas
políticas que se utilizarán como excusas perfectas para implantar políticas
populistas que tanto dañan las cuentas fiscales del país, y que resquebrajan el
marco de estabilidad jurídica generando incertidumbre en los inversionistas,
quienes reducirán su horizonte de inversión en el país, inclusive podrían
cerrar operaciones, afectando seriamente la producción del país y la generación
de empleo.
Pero ¿Realmente esta consulta es una muestra del cambio hacia un esquema más democrático y transparente que AMLO tanto profesa? La respuesta es No. Definitivamente ejercicios cómo el de esta consulta sólo nos muestran lo peor de una sociedad que necesita reformarse desde sus entrañas para lograr la senda de desarrollo.
Pero ¿Realmente esta consulta es una muestra del cambio hacia un esquema más democrático y transparente que AMLO tanto profesa? La respuesta es No. Definitivamente ejercicios cómo el de esta consulta sólo nos muestran lo peor de una sociedad que necesita reformarse desde sus entrañas para lograr la senda de desarrollo.
Al convocar esta consulta antes
de que asuma la presidencia, AMLO nos muestra que el liderazgo del país está en
manos de quién tiene desesperación absoluta por ocupar el poder lo antes
posible, y no espera a hacer las cosas cómo se deben hacer dentro del marco de
la legalidad y del respeto a los procedimientos establecidos, sino que prefiere
hacerlo a su modo, al fiel estilo burdo e informal. Así mismo, también es una
muestra clara que López Obrador está dispuesto a dar lo que la sociedad
reclama, sin ponerse a evaluar si esto afectará al país en el mediano y/o largo
plazo, con tal de no perder popularidad entre la población.
Es importante que los mexicanos entiendan
que Democracia y Lucha contra la corrupción no es populismo, ese que se utiliza
para diseñar programas asistencialistas y acostumbrar a la gente a recibir
dinero o bienes del Estado sin hacer el mínimo esfuerzo. Democracia no es
someter aspectos técnicos hacia el escrutinio de la población, quiénes
mayoritariamente no cuentan con esos criterios técnicos para tomar decisiones
de política. Lucha contra la corrupción no es poner bajo la decisión popular,
algún proyecto de infraestructura que va más allá de elegir si te parece bien o
no, sino de qué tan viable es o no hacer alguna obra.
Mirando hacia el futuro y tomando
en cuenta este evento, ¿Qué le espera a México? La respuesta admite demasiadas
especulaciones, pero debido a las actitudes adoptada por los futuros líderes
del siguiente sexenio, se puede inferir que las decisiones y políticas
propuestas serán ejecutadas en función a qué tan popular es la medida entre la
población sin interesar los criterios técnicos, ni los impactos financieros y
económicos. Con esto, hoy la incertidumbre de los inversionistas está más que
justificada.
Todo esto no es más que un
reflejo de la sociedad en que vivimos. Nuestro día a día está lleno de
decisiones que se toman si meditación alguna, de proyectos o actividades que no
se realizan de la manera correcta sino de la forma cómo a cada quién le viene
en gana, sin interesarles si afectan los derechos de terceros. Lo vemos
diariamente en los puestos de comida que invaden las calles, los múltiples
estacionamientos improvisados, en los diversos taxis informales que se hacen
pasar por formales, es decir, en sacarle la vuelta a las leyes con tal de
obtener un beneficio propio. Toda esta informalidad es la que está
absolutamente reflejada en la figura del Presidente Electo y es la que va a
gobernar en los siguientes seis años.
Es evidente que por más que
México sea la segunda economía más importante de América Latina, después de
Brasil, aún está muy lejos de la senda del desarrollo, que va más allá de
luchar contra la corrupción o de un sostenido crecimiento económico. El
desarrollo está en la búsqueda de que toda la población tenga un cambio
idiosincrático abrupto, dónde todas las acciones se realicen cómo realmente
deben hacerse con respeto y responsabilidad, y no cómo se nos plazca buscando
sólo el beneficio propio sin respetar nada ni a nadie. Un largo camino nos
espera para este cambio, pero sólo así es cómo se empezará a tener líderes que
reflejen una sociedad cada vez mejor.
Habria que analizar la linea que sigue. Recomiendo ver la participación en el Foro Sao Paulo.
ResponderEliminarDe acuerdo. Estos son apenas las primeras acciones o posturas, la línea de gobierno la va a ir marcando en los primeros 100 días de gobierno. Buenísimo, voy a revisar la participación en el Foro Sao Paulo. Gracias por tu comentario.
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