El 01 de julio 2018 más del 50% del electorado mexicano eligió a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente electo con la férrea promesa del cambio económico y social fundamental y necesario para México. Algo que el propio AMLO denominaría la Cuarta Transformación.
Dos años después de su administración, la mala gestión de AMLO ha contribuido a que la economía mexicana se encuentre entre los mercados emergentes más afectados por la pandemia de COVID-19. Al mismo tiempo, la negación que AMLO ha tenido frente a la pandemia, similar actitud a la de Trump, ha convertido a su país en el tercer país con el número más alto de muertes por COVID en el mundo.
A menos que AMLO cambie de opinión generando un cambio de política abrupto, se esperan cuatro años más de problemas económicos y sociales en México. Esto se ahondaría mucho más de concretarse la segunda ola de la pandemia en Estados Unidos, y/o si la situación de liquidez internacional actualmente muy favorable llegara pronto a su fin.
Incluso antes de que ocurriera la
pandemia, la economía de México ya se mostraba deficiente. Sorprendido por las
políticas hostiles de AMLO con el mercado y por su debilitamiento de las
instituciones económicas mexicanas, la inversión nacional y extranjera dio un
giro hacia el temor económico. Como resultado, ya en 2019 el país se encontró
en recesión.
Como ha sido el caso de muchas otras economías de mercados emergentes, la pandemia global ha traído como consecuencia una tormenta económica perfecta para México. El descenso en la actividad económica de Estados Unidos, el principal socio comercial de México, y el colapso de los precios internacionales del petróleo asestaron un duro golpe a la economía mexicana dependiente del petróleo y de Estados Unidos. También lo hizo la gran interrupción de los viajes internacionales a una economía donde el turismo representa más del 8% de su PIB.
Si bien la economía mexicana estaba destinada a verse dañada por la pandemia, no había otra buena razón que la incompetencia del gobierno para esperar que el PIB de México cayera casi un 19% en el segundo trimestre de este año. Tampoco había ninguna razón para esperar que los bancos de inversión estadounidenses estuvieran proyectando ahora una caída del PIB mexicano de más del 10% para el 2020 en su conjunto, en un momento en que esperan alrededor de la mitad de esa caída en otras economías latinoamericanas.
El mal manejo de AMLO de la pandemia ha contribuido al malestar económico del país. No solo fue dolorosamente lento para reconocer la gravedad de la pandemia, sino que estaba demasiado ansioso por relajar las restricciones de cuarentena que finalmente se introdujeron de forma tardía. Tampoco ha ayudado que, al igual que Donald Trump, AMLO ha desafiado constantemente a sus autoridades de salud pública sobre la necesidad de distanciamiento social, ha seguido realizando manifestaciones políticas y ha menospreciado la necesidad del uso de mascarillas y/o protectores faciales.
Una forma más sorprendente en la que AMLO ha ayudado a profundizar la recesión inducida por la pandemia en México ha sido su renuencia de abrir las finanzas públicas para brindar apoyo a la economía en crisis. Según el FMI, el apoyo presupuestario que México ha brindado a su economía para amortiguar las consecuencias de la pandemia ha sido de poco más del 1% del PIB. Eso es menos de un tercio del apoyo presupuestario que otros mercados emergentes han brindado a sus economías. Esto es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que la deuda pública de México todavía se encuentra en un nivel moderado y que todavía tiene un superávit presupuestario primario.
Para agravar los problemas económicos de México, el declive de la economía y el aumento de la tasa de desempleo han estado acompañados de un repunte de la inflación. Esto ha sido en gran parte el resultado de la caída de casi 20% en la moneda mexicana desde el comienzo del año, ya que los inversionistas se inquietaron cada vez más sobre la dirección de la economía mexicana y el Banco de México se vio obligado a reducir las tasas de interés.
Todo esto sugiere que la economía mexicana está particularmente mal posicionada para resistir una segunda ola de la pandemia global o un endurecimiento apreciable de las condiciones de liquidez global. Cualquier falla de la economía mexicana para realizar una recuperación temprana podría constituir un viento en contra para la recuperación económica de Estados Unidos, y por lo tanto sobre Canadá y las economías emergentes, mayoritariamente latinoamericanas, dependientes de la economía estadounidense.
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